viernes, 16 de octubre de 2015

CLARA


Mi  querida Clara:

Ya sé  que ése no era tu nombre, pero siempre te llamaba así en mi mente al verte pasar.
Fue por la vieja canción de Joan Baptista Humet:

“Clara, distinta Clara
extraña entre su gente, mirada ausente.
 Clara a la deriva,
no tuvo suerte al elegir la puerta de salida“

Recuerdo la primera vez que te vi, hace casi diez años.
Estabas en un portal, sentada, apoyada la cabeza contra la pared.
-¿Te encuentras bien?- te pregunté. Ni siquiera abriste los ojos,
estabas en tu sueño de veneno.
Con la lengua pesada, sin casi mover la mandíbula me dijiste:
“¡Vete a la mierda!” 
Yo seguí mi camino, a la tienda de muebles al lado de ése portal.
Allí me contaron un poco sobre ti.

Durante años te encontré, a la salida del parking, en los depósitos de carritos del super, por la calle sin rumbo y otra vez en mi cabeza sonaba aquella canción:

“Descubriendo mundos donde nunca llueve,
escapando una y otra vez,
achicando penas para navegar…”

¿Recuerdas hace un año ? Pasaste a mi lado, casi ni te reconocí. Ibas muy limpia, muy bien vestida, caminabas bien y no me paraste para pedirme dinero esta vez.
Sentí una alegría interior inmensa;parecía que todo iba a cambiar para ti.
Pero no,este verano, apareciste de la nada, entre los coches del parking del supermercado.
Te ofreciste a llevarme el carro y colocarme la compra si te daba la moneda del carro.
Dios,¡si no podías con tu propio cuerpo!
-No te preocupes, ven conmigo, te la daré igual.-te dije
 Me ayudaste a meter las bolsas en el porta-bultos.
-¿Quieres algo de esta comida?-te pregunté
-No, sólo la moneda…-
-¿Necesitas ayuda? Pareces un poco enferma.
-No, no quiero ayuda, sólo la moneda.
-¿Sabes? Te he visto muchas veces por Arrecife y hoy estás muy guapa, te sienta muy bien el color azul-

Ahí fue el momento, el momento que guardo en mi mente: por primera vez, me miraste a los ojos y sonreíste dejando entrever unos dientes, que delataban toda tu vida.

Gracias, Clara, por darme el regalo de tu sonrisa,
una sonrisa que por desgracia, pocos adivinaron que estaba ahí,
esperando a recibir palabras amables, un gesto de cariño;
el simple hecho de que alguien te viera como una persona.

Luego te alejaste a por otra moneda.

“Clara, languidecía,
perdida en un camino de ansiedades y ambrosías. “

Aún me pregunto, como pasó, como pudiste despertar en alguien otra cosa que no fuera ternura, compasión.
Tú no eras la lacra de la sociedad, de ti no me avergüenzo, quizá mañana yo me vea ahí, donde tú estabas.
Me avergüenzo de los despreciables sin corazón, que se burlaron de ti, que te maltrataron, te vejaron , te dejaron malherida. Ellos sí son una vergüenza, ellos sí son una lacra, ellos no son personas.

¿Sabes  mi querida Clara?
Joan Baptista Humet falleció hace menos de dos semanas
Y tú… ya no estás.

Pero ellos sí, y encontrarán otras “Claras”, de quien burlarse,
a quien humillar, vejar y torturar, a quien quemar viva en un cajero.
Y encontrarán un abogado que pondrá precio a la vida de una "Clara" ,
Un precio que será la puñalada final  para ti, tan humillante como sus vejaciones, tan insignificante como para ellos, fuiste tú.

“Clara, no dijo nada
y un día desapareció…
Recorriendo aceras dicen que la vieron
ajustando el paso a los demás
intentando cualquier cosa por dinero,
para hincarse fuego una vez más.
Esa madrugada Clara naufragó.
tenía el mar del miedo en la mirada,
las ropas empapadas
y el suelo por almohada…
y lentamente amaneció…”

Descansa en paz , Expedita.
Clara, canción de Joan Baptista Humet

 10-12-2008
El cadáver de Expedita apareció flotando en aguas de Lanzarote. Yo escribí esta carta, que fue leída en Lancelot Radio por Alex Lewin, en el programa "Lanzarote en la Onda"