Mi querida Clara:
Ya sé que ése no era tu nombre, pero siempre te llamaba así en mi mente
al verte pasar.
Fue por
la vieja canción de Joan Baptista Humet:
“Clara,
distinta Clara
extraña
entre su gente, mirada ausente.
Clara
a la deriva,
no tuvo
suerte al elegir la puerta de salida“
Recuerdo
la primera vez que te vi, hace casi diez años.
Estabas
en un portal, sentada, apoyada la cabeza contra la pared.
-¿Te
encuentras bien?- te pregunté. Ni siquiera abriste los ojos,
estabas
en tu sueño de veneno.
Con la
lengua pesada, sin casi mover la mandíbula me dijiste:
“¡Vete
a la mierda!”
Yo seguí
mi camino, a la tienda de muebles al lado de ése portal.
Allí me
contaron un poco sobre ti.
Durante
años te encontré, a la salida del parking, en los depósitos de
carritos del super, por la calle sin rumbo y otra vez en mi
cabeza sonaba aquella canción:
“Descubriendo
mundos donde nunca llueve,
escapando
una y otra vez,
achicando
penas para navegar…”
¿Recuerdas
hace un año ? Pasaste a mi lado, casi ni te reconocí. Ibas muy
limpia, muy bien vestida, caminabas bien y no me paraste para
pedirme dinero esta vez.
Sentí
una alegría interior inmensa;parecía que todo iba a cambiar para
ti.
Pero
no,este verano, apareciste de la nada, entre los coches del parking
del supermercado.
Te
ofreciste a llevarme el carro y colocarme la compra si te daba la
moneda del carro.
Dios,¡si no podías con tu propio cuerpo!
-No te
preocupes, ven conmigo, te la daré igual.-te dije
Me
ayudaste a meter las bolsas en el porta-bultos.
-¿Quieres
algo de esta comida?-te pregunté
-No,
sólo la moneda…-
-¿Necesitas
ayuda? Pareces un poco enferma.
-No, no
quiero ayuda, sólo la moneda.
-¿Sabes? Te
he visto muchas veces por Arrecife y hoy estás muy guapa, te sienta
muy bien el color azul-
Ahí fue
el momento, el momento que guardo en mi mente: por primera vez, me
miraste a los ojos y sonreíste dejando entrever unos dientes,
que delataban toda tu vida.
Gracias,
Clara, por darme el regalo de tu sonrisa,
una
sonrisa que por desgracia, pocos adivinaron que estaba ahí,
esperando
a recibir palabras amables, un gesto de cariño;
el
simple hecho de que alguien te viera como una persona.
Luego te
alejaste a por otra moneda.
“Clara,
languidecía,
perdida
en un camino de ansiedades y ambrosías. “
Aún me
pregunto, como pasó, como pudiste despertar en alguien otra cosa
que no fuera ternura, compasión.
Tú no
eras la lacra de la sociedad, de ti no me avergüenzo, quizá mañana
yo me vea ahí, donde tú estabas.
Me
avergüenzo de los despreciables sin corazón, que se burlaron de ti,
que te maltrataron, te vejaron , te dejaron malherida. Ellos sí
son una vergüenza, ellos sí son una lacra, ellos no son personas.
¿Sabes mi
querida Clara?
Joan
Baptista Humet falleció hace menos de dos semanas
Y tú…
ya no estás.
Pero
ellos sí, y encontrarán otras “Claras”, de quien burlarse,
a quien
humillar, vejar y torturar, a quien quemar viva en un cajero.
Y
encontrarán un abogado que pondrá precio a la vida de una "Clara" ,
Un
precio que será la puñalada final para ti, tan
humillante como sus vejaciones, tan
insignificante como para ellos, fuiste tú.
“Clara,
no dijo nada
y un día
desapareció…
Recorriendo
aceras dicen que la vieron
ajustando
el paso a los demás
intentando
cualquier cosa por dinero,
para
hincarse fuego una vez más.
Esa
madrugada Clara naufragó.
tenía
el mar del miedo en la mirada,
las
ropas empapadas
y el
suelo por almohada…
y
lentamente amaneció…”
10-12-2008
El
cadáver de Expedita apareció flotando en aguas de Lanzarote. Yo escribí esta carta, que fue leída en Lancelot Radio por Alex Lewin, en el programa "Lanzarote en la Onda"